Mi tiempo de escritura se ha visto considerablemente mermado, pues intento lograr descifrar esta modernidad tecnológica y salir airoso del problema de generar una página web sólo a base de tutoriales, sin ayuda externa. El asunto no ha ido de las mil maravillas, el diseño ha dejado un poco que desear y si uno piensa que TCP es una abreviatura de Tracy Chapman (y luego FTP qué????? Freddy Chapman????), se podrán imaginar qué tan complicado ha resultado subir la plataforma. Máxime si tomamos en cuenta que me ubico dentro del grupo de los que conocimos todavía las máquinas de escribir Remington, obviando el hecho de que obtuvimos el primer acercamiento con las computadoras, a través de una tortuga en pantalla verde fosforescente.
En fin el caso es que los lapsos dedicados al crecimiento personal, los he sacrificado para regalárselos a la web, pero en el proceso van surgiendo ideas, cotidianos diarios generadores de impulsos mecánicos que se transforman en códigos descifrables para los que es asequible el lenguaje castellano. Más la falta de inmediatez ha sido el enemigo acérrimo de que estos impulsos mentales se logren plasmar en este espacio. El cerebro despierta y siente la necesidad de hilar ideas para seguirse entre ellas a formar un escrito, pero si no obtiene respuesta inmediata, por más que reviente los pulmones gritando “espera un poco, un poquiiiiiiito más”, se marchará cual pareja despechada por la ignominia.
Aún no he querido utilizar todos los gadgets tecnológicos que podrían suplir el efecto Dori (pérdida de memoria a corto plazo), sé que bastaría con aplicar la grabación de mensaje de voz en el celular o escribirlo directamente en alguna de estas maravillas modernas (de hecho hace tiempo escuché que en oriente existían ya premios para novelas escritas en celular!!!!), pero insisto en mi neandertalismo tecnológico y llevar a cabo estos sistemas, aún mantienen un dejo de estafa en mi autoevaluación. Necesito sentarme enfrente de la computadora en cuestión (máquinas de escribir eléctricas y tremendamente efectivas con radio incluido en mi concepto) y regalarle tiempo. Es hasta cierto punto un hábito que no puedo dejar atrás y admito que me sucede lo mismo para gestar un aprendizaje significativo.
Libros a un lado, internet de por medio, revistas o algún material de apoyo; son compañeros inseparables del ritual. Una vez superada la primera impresión y angustia de la página en blanco, comienza el golpetear insensible de teclas y trato de que no cese (en la medida de lo posible) hasta que mi estándar se ha visto satisfecho por el elemento visual. Desafortunadamente este método es extremadamente elitista y sólo permite que los elementos fijados de manera más férrea logran conseguir el objetivo deseado (mmm me suena como a teoría de la concepción de vida humana). Por eso a veces los espacios entre escritos son mucho mayores a los que desearía…
La invitación es a que cada quien logre generar su pequeño espacio sea por celulares, smartphones, laptops, cuadernos, post its, hojas sueltas, lo que sea que se tenga a la mano; para no dejar pasar estas oportunidades. Normalmente cuando se piensa en escribir el tedio invade todos los aspectos de la persona y termina por desistir del asunto, sin embargo hay estadísticas de que la gente escribe ahora más que nunca (baste con darle un vistazo a facebook para encontrar miles de escritos cotidianos). Escribamos pues, congregando todas estas ideas cotidianas, espasmos mentales y extrapolaciones de estados de humor; para crear una fuente permanente de conocimiento y ejercitar la, extremadamente vapuleada, redacción. Escribir para superar la temporalidad y posterior deceso de las ideas. En algún momento debemos cambiar o morir, yo digo escribir o morir…
En fin el caso es que los lapsos dedicados al crecimiento personal, los he sacrificado para regalárselos a la web, pero en el proceso van surgiendo ideas, cotidianos diarios generadores de impulsos mecánicos que se transforman en códigos descifrables para los que es asequible el lenguaje castellano. Más la falta de inmediatez ha sido el enemigo acérrimo de que estos impulsos mentales se logren plasmar en este espacio. El cerebro despierta y siente la necesidad de hilar ideas para seguirse entre ellas a formar un escrito, pero si no obtiene respuesta inmediata, por más que reviente los pulmones gritando “espera un poco, un poquiiiiiiito más”, se marchará cual pareja despechada por la ignominia.
Aún no he querido utilizar todos los gadgets tecnológicos que podrían suplir el efecto Dori (pérdida de memoria a corto plazo), sé que bastaría con aplicar la grabación de mensaje de voz en el celular o escribirlo directamente en alguna de estas maravillas modernas (de hecho hace tiempo escuché que en oriente existían ya premios para novelas escritas en celular!!!!), pero insisto en mi neandertalismo tecnológico y llevar a cabo estos sistemas, aún mantienen un dejo de estafa en mi autoevaluación. Necesito sentarme enfrente de la computadora en cuestión (máquinas de escribir eléctricas y tremendamente efectivas con radio incluido en mi concepto) y regalarle tiempo. Es hasta cierto punto un hábito que no puedo dejar atrás y admito que me sucede lo mismo para gestar un aprendizaje significativo.
Libros a un lado, internet de por medio, revistas o algún material de apoyo; son compañeros inseparables del ritual. Una vez superada la primera impresión y angustia de la página en blanco, comienza el golpetear insensible de teclas y trato de que no cese (en la medida de lo posible) hasta que mi estándar se ha visto satisfecho por el elemento visual. Desafortunadamente este método es extremadamente elitista y sólo permite que los elementos fijados de manera más férrea logran conseguir el objetivo deseado (mmm me suena como a teoría de la concepción de vida humana). Por eso a veces los espacios entre escritos son mucho mayores a los que desearía…
La invitación es a que cada quien logre generar su pequeño espacio sea por celulares, smartphones, laptops, cuadernos, post its, hojas sueltas, lo que sea que se tenga a la mano; para no dejar pasar estas oportunidades. Normalmente cuando se piensa en escribir el tedio invade todos los aspectos de la persona y termina por desistir del asunto, sin embargo hay estadísticas de que la gente escribe ahora más que nunca (baste con darle un vistazo a facebook para encontrar miles de escritos cotidianos). Escribamos pues, congregando todas estas ideas cotidianas, espasmos mentales y extrapolaciones de estados de humor; para crear una fuente permanente de conocimiento y ejercitar la, extremadamente vapuleada, redacción. Escribir para superar la temporalidad y posterior deceso de las ideas. En algún momento debemos cambiar o morir, yo digo escribir o morir…